El episodio abre con un campo preparado para el desastre: Isilu se acerca flanqueado por la pequeña faerie que Maralen insiste en llamar “hermano”, mientras, al otro lado, avanza una línea de elfos iluminada por antorchas, y los kithkin de Shadowmoor forman una muralla perfecta de lanzas y arcos, unidos por un miedo común a los forasteros. Ashling aprovecha el momento para explicar a Tam que la noche y el día no son “mejor” o “peor”, sino facetas distintas: de noche, los kithkin se cierran sobre sí mismos; de día, los elfos creen ser los únicos que ven con claridad, pero ambos extremos son imperfectos.
Isilu, lejos de ser un monstruo ciego, desciende hasta Ashling, la olfatea con un soplo que huele tanto a escarcha como a sidra caliente, y luego empieza a rodear al grupo de kithkin, Maralen, Tam y Sanar, arando el suelo con sus alas y sembrando flores de luna y botones de estrellas que se convierten en un anillo protector. El elemental de la noche ruge hacia los elfos, y la niebla se levanta a su alrededor: Tam comprende que está protegiendo a extraños que ni siquiera son de ese mundo, otra prueba de que la noche también puede cuidar “fuera de sus límites”. La faerie, sin embargo, no responde al júbilo de Maralen, que lo llama una y otra vez “hermano”; se mantiene a distancia, pegado al cuello de Isilu, como si no pudiera o no quisiera descender.
Reliquias de luz, kithkin vs. elfos y Sanar entra en acción
Los elfos llegan con la mitad de sus fuerzas armadas y la otra mitad cargando reliquias de luz: jaulas de zarza y madera a cuyo interior han encadenado elementales de sol, figuras humanoides que se retuercen dentro de las llamas, usadas como “faros portátiles” para llevar día a la noche y mantener a raya a Shadowmoor. Ashling se indigna ante semejante profanación, Maralen recuerda la arrogancia de los elfos de Lorwyn y, cuando las tropas chocan, los kithkin apuntan precisamente a esas reliquias: una lluvia de flechas hace que muchos portadores las suelten, liberando a los elementales, que ríen, saludan a Isilu y vuelan de vuelta hacia la frontera para reequilibrar el ciclo.

Cada elf@ que pierde su reliquia se ve envuelto al instante por la oscuridad, transformándose en su versión de Shadowmoor: cuernos más largos y cubiertos de espinas, piel fría y pálida, y una comprensión horrorizada de que siguen en medio de la batalla pero ya no están del “lado correcto” según sus antiguos camaradas. Algunos huyen, otros se ven obligados a luchar en defensa propia contra sus exaliados, fracturando aún más la ofensiva élfica. En medio de este caos, un pequeño destacamento de seis elfos logra rodear a Maralen y a los estudiantes; tres llevan reliquias de luz y tres empuñan armas a dos manos, pero su acometida se ve interrumpida por un proyectil improvisado: Sanar, harto de que apunten a sus amigos, les lanza piedras con una puntería sorprendente, derriba una reliquia y convierte a una de las atacantes en elfa de Shadowmoor que, desconcertada, se pone en guardia de espaldas a los kithkin. Mientras Ashling lanza esferas de fuego azul, Tam aturde a un arquero con su mirada gorgónica y los kithkin cargan liderados por Brigid, Sanar sigue tirando piedras hasta que un segundo tiro fatídico se cruza en el aire: una flecha enemiga alcanza a Tam en el abdomen y la derriba, dejando inmóviles incluso sus mechones serpentinos.
El golpe de Rhys, la sangre de pétalos y la revelación de Oko
En el fragor de la lucha, Maralen se refugia contra la pata de Isilu, sin armas ni ganas de usar sus cuernos como lanzas; allí, aislada, se convierte en el blanco perfecto para Rhys, que emerge desde la sombra del elemental con la daga de moonglove que le prometió usar si alguna vez veía renacer a Oona. La llama “Oona”, invoca el juramento que hizo “por amor a Maralen” y, pese a las súplicas de la reina (“no es lo que crees”), le abre un corte superficial en el brazo: suficiente para que el veneno de moonglove, el más letal de Lorwyn, entre en su cuerpo. En lugar de sangre, la herida rezuma pétalos, y Maralen se desploma como si todos los vientos del mundo la abandonaran a la vez; Rhys, que esperaba enfrentarse a la vieja tirana, se da cuenta horrorizado de que su víctima ni le ha atacado ni ha intentado dominarle.
La faerie que sobrevolaba a Isilu desciende entonces como un proyectil, se interpone entre Rhys y el cuerpo caído y crece al aterrizar, revelando su verdadera forma: un hombre alto, de hombros anchos y rasgos afilados, con cuernos como corona de astas, brazo y rostro parcialmente teñidos de azul invernal y aspecto más de príncipe caído que de hada. Se presenta sin dar nombre, pero Sanar lo identifica deduciendo en voz alta que solo puede ser el “hermano de Maralen” que Oona hizo para Shadowmoor y luego descartó, aquel al que la reina obligó a ver morir a su figura paterna gigante para enseñarle que “los padres siempre caen”. El recién llegado confirma la historia: fue el primer intento de heredero, rompió con Oona y juró renunciar a la familia, hasta que los rumores de la caída de la reina y el resurgir del ciclo lo trajeron de vuelta… solo para que, al encontrar a Maralen, la confundiera con Oona y empezara a manipularla a distancia.
La luz de una reliquia que cae sobre él lo transforma de nuevo, afilando aún más sus rasgos y volviéndolo de un azul veraniego cruel: se revela entonces con nombre y pasado que Ajani reconoce al instante, porque “caminó los planos” en la misma época que Liliana. Es Oko, el cambiapiel, el trickster que Oona moldeó como su primer avatar. Oko admite que, creyendo que Maralen era la reina resucitada, se entretuvo en atormentarla y en “traer forasteros a sembrar caos”, pero que fue su reacción —huir para salvar el ciclo en lugar de defenderse— la que le demostró que nunca fue Oona. Rhys, al comprender que ha matado a quien siempre fue Maralen, se derrumba moralmente, pero el daño está hecho: las vetas violáceas del moonglove corren ya por las venas de la reina.
Ajani trae a Kirol, Tam se salva y la dawnglove se vuelve clave
Cuando todo parece perdido, un rugido corta la noche: una figura leonin blanca salta por encima de la línea de elfos cargando a otro cuerpo en brazos, esquiva flechas y socavones y aparece junto a Isilu. Es Ajani, con Kirol abrazade al pecho; el vampiro salta al suelo, corre hacia Sanar, se alegra de verlo vivo y descubre a Tam al borde de la muerte, con sólo un improvisado torniquete de tela evitando que se desangre. Ajani se arrodilla junto a la gorgona, canaliza magia de sanación blanca sobre la herida, extrae la flecha sin agravar el daño y empieza a cerrar el tejido, comprando tiempo para que el veneno no la remate.
En la conversación tensa que sigue, aparece la palabra clave: moonglove. Kirol, que ha pasado por clases de Introducción a Entornos Magibotánicos, recuerda en voz alta que casi todos los venenos mágicos tienen un contraveneno de poder equivalente, y enlaza moonglove con dawnglove, la flor de Shadowmoor que Morcant pretendía usar como componente para un veneno “mata‑Isilu” pero que las leyendas describen también como curativa. Rhys confirma que dawnglove crece sólo en la noche, que los elfos de Shadowmoor la guardan celosamente y que su poder puede tanto matar como “reparar lo roto”, mientras Oko se gira hacia Kirol y exige saber dónde la ha visto.
Kirol relata su secuestro por Lluwen, la audiencia con High Perfect Morcant y la incursión en un pequeño bosque ya tomado por Shadowmoor donde recogió dawnglove para ella; sabe que la elfa ha debido usar la batalla como distracción para acercarse a Isilu con un vial de extracto. Ante la posibilidad de que ese mismo extracto sea también la única esperanza de contrarrestar el moonglove, Oko decide actuar: se transforma otra vez en faerie, promete “encontrar a Morcant” y ordena que “no dejen morir a su hermana” antes de desaparecer en el aire en dirección al frente élfico.
Kirol, Sanar y Lluwen contra la High Perfect
Mientras Ajani sigue curando a Tam y Rhys se queda junto a la agonizante Maralen, Kirol toma una decisión: si pueden recuperar la dawnglove de Morcant, quizá Oko pueda convertirla en antídoto. Convence a Sanar de acompañarle (“estamos metidos en tantos problemas que más da uno más”) y ambos rodean la pata de Isilu y se internan en el campo de batalla en busca de la High Perfect, esquivando grupos de elfos y kithkin que siguen enfrascados en su propia guerra. Tal y como Kirol sospechaba, encuentran a Morcant cerca de la cabeza del elemental, con la espada en una mano y un vial púrpura‑dorado en la otra, dispuesta a aprovechar cualquier grieta en la defensa de Isilu.
Sin tiempo para planes elaborados, Sanar vuelve a hacer lo que mejor se le ha dado en todo el episodio: coger una piedra y lanzarla. El proyectil golpea a la High Perfect en el hombro, la obliga a volverse furiosa hacia los “niños fugitivos” y la lanza contra ellos, espada alzada y la promesa de convertirlos en abono para su jardín si se interponen entre ella y su “purga” de la noche. Justo cuando va a atacar, alguien le agarra la muñeca desde atrás: Lluwen, en su forma de Shadowmoor —cuernos espinosos, aspecto endurecido—, la detiene, la embiste con un cabezazo brutal que hace crujir hueso y le arrebata el vial de dawnglow. Mientras Sanar lo atrapa al vuelo, el cazador le arranca además de su cinturón una calabaza‑tótem colgada de un cordón de cuero; en cuanto se la quita, los cuernos de Lluwen vuelven a su forma diurna y los de Morcant se retuercen y se llenan de espinas, marcando que ha pasado definitivamente al lado de Shadowmoor.
La High Perfect deja caer la espada, horrorizada por su propia transformación, y se vuelve hacia Isilu para balbucear disculpas, como si la noche que quería destruir la hubiera reclamado a la fuerza. Lluwen corre hacia Kirol y Sanar con el tótem, sin comprender del todo qué ha hecho pero sabiendo que ha cambiado de lealtades, y Kirol le toma de la mano con un alegre “vamos, Lulu”, arrastrándolo de vuelta hacia Maralen con el vial de dawnglow intacto. Al mismo tiempo, el príncipe de Shadowmoor —Oko— se lanza a buscar a Morcant entre las filas élficas; la batalla continúa, pero, por primera vez, hay una vía concreta para salvar tanto a la reina como a la gorgona: usar la flor creada para “matar la noche” como remedio contra el veneno que amenaza con apagar a la defensora del equilibrio.
Lorwyn Eclipsed, Episodio 3: Goldmeadow Cae En La Sombra Y Kirol Desaparece.
Lorwyn Eclipsed, Episodio 4: Morcant Sueña Con Matar A La Noche Y Maralen Huye De Su Propio Destino.

