En el segundo episodio de Edge of Eternities, nos adentramos en una colonia minera abandonada junto a Sami y Tan, una pareja de exploradores contratados por una entidad misteriosa. Lo que comienza como una simple misión de reconocimiento, rápidamente se transforma en una inquietante odisea marcada por señales de vida inexistente, artefactos brillantes y una sensación constante de que algo salió terriblemente mal.
Desde los primeros pasos en la desolada Sigma’s Reach, Sami y Tan perciben que algo no cuadra. El encargo proviene de una figura enigmática conocida como el Metalman, y el panorama que encuentran al llegar a la colonia es tan inquietante como vacío.

La estación minera parece haber sido abandonada a toda prisa. Viviendas congeladas en el tiempo, trajes espaciales esparcidos por doquier aún con calor residual, y una red de inteligencia artificial —el viy— que insiste en que no hay vida cerca. Sin embargo, todo lo que rodea a los protagonistas grita lo contrario. Algo ocurrió en Sigma’s Reach, algo que el Metalman conocía… y que decidió no enfrentar directamente.
Mientras Sami lidia con el desconcierto, Tan accede a registros del viy, los cuales incluyen un audio peculiar: un maullido. ¿Un gato en medio del espacio profundo? Para Sami, la posibilidad de reencontrarse con Mirri, su querida gata, es razón suficiente para lanzarse sin pensar hacia el origen del sonido.
Su carrera a través del complejo revela pistas más siniestras: estaciones de trabajo abandonadas, figuras humanas impresas en la arcilla como si hubieran sido fundidas por una explosión detenida en el tiempo, y campos de “flores de vidrio” nacidas de impactos de energía. El viy explica que todo pudo deberse a descargas eléctricas naturales provocadas por tormentas de polvo… pero Sami no queda convencido.

La búsqueda los lleva a un almacén oscuro donde el maullido resuena más fuerte. Dentro, Sami encuentra un extraño objeto: un huevo opaco con un leve halo rosado. La atmósfera cambia, y las fallas técnicas comienzan a afectar su traje. Presa de una extraña obsesión, Sami toma el objeto, pero el esfuerzo lo deja inconsciente.
Al despertar a bordo de su nave, The Seriema, Sami descubre que Tan logró rescatarlo, junto con el artefacto. Con destino a Kavaron, el hogar de Tan, se preparan para entregar su hallazgo al Metalman. Pero las preguntas siguen flotando en el aire como el polvo de Sigma’s Reach: ¿qué es realmente ese huevo? ¿Y qué sucedió con las almas de la colonia?