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Lorwyn Eclipsed, Episodio 1: Cuatro Alumnos Perdidos Entre Flores, Portales Y Una Noche Que Se Desata.

La historia comienza en Arcavios, con Dina, asistente de cátedra de Witherbloom, guiando a su grupo a Harrier’s Wood para recolectar snarlflowers “limpias” de influencia mágica para un experimento de esencia. Entre el cansancio, las quejas y las bromas, conocemos al cuarteto protagonista: Kirol, un vampiro inquieto y curioso; Abigale, una owlin reservada con implante telepático; Sanar, un goblin entusiasta; y Tamira (Tam), una gorgona metódica y brillante. Sin que Dina lo sepa, esa simple salida de campo será el primer paso de los estudiantes hacia otro plano.

De la recolección de snarlflowers al salto por el Omenpath

Mientras la clase se dispersa por el bosque en busca de snarlflowers perfectas, el relato se detiene a mostrar cómo cada colegio de Strixhaven usa estas flores sensibles a la magia, reforzando la idea de Arcavios como un entorno académico vivo y peligroso a la vez. Kirol sigue a Abigale desde las ramas, se une a ella y pronto se les suman Sanar y Tam; entre chistes, pequeñas discusiones y la oferta de Tam de compartir sus flores para salvar la nota de Sanar, el grupo se cohesiona como “pandilla accidental”.

La situación cambia cuando Sanar ve una extraña criatura azul, una especie de hada-insecto, y sale corriendo detrás de ella con la cesta de muestras prestada de Tam. Kirol, Abigale y Tam lo persiguen sin mirar el suelo y los cuatro acaban tropezando con una raíz, rodando por una pendiente y cayendo a un agujero rodeado de snarlflowers perfectas, como si el propio bosque les tendiera una trampa. En lugar de tierra, al otro lado les espera un túnel de luz prismática y geometrías imposibles: un Omenpath que conecta Arcavios con un lugar donde hay un solo sol y una luna distinta.

Primer contacto con Lorwyn… y el dolmen hacia la oscuridad

Art by: Alayna Danner

Los estudiantes aterrizan en un prado desconocido, lleno de espirales de flores y piedras flotantes marcadas con el mismo símbolo, y pronto deducen que ya no están en Arcavios: solo hay un sol en el cielo y el portal por el que cayeron cuelga sobre ellos como un hueco triangular de jabón iridiscente, demasiado alto para alcanzarlo sin ayuda. Abigale insiste en no tocar nada hasta entender dónde están, pero Tam reconoce las formaciones de piedra: un dolmen que hace de puerta entre el claro luminoso y un interior de noche perpetua, cubierto de líquenes fosforescentes.

Sin mejores opciones, los cuatro atraviesan el dolmen y avanzan por una caverna en pendiente, guiados por una esfera de luz que conjura Sanar. Las paredes están decoradas con pinturas de dos enormes criaturas aladas, con cuerpo serpentiforme y cabezas de sol y luna, que se alternan para custodiar día y noche, sugiriendo que el ciclo de luz en este plano está ligado a seres concretos más que al simple movimiento de astros. El tono pasa de la curiosidad académica al asombro reverente cuando la caverna se abre a una cámara inmensa dominada por espirales de piedra y un titán dormido: la criatura de cabeza de luna de las pinturas, con pelaje azul noche, seis extremidades, alas fusionadas como cola y un halo de nubes que envuelve la luna en su “rostro”.

El despertar del guardián lunar y el nacimiento de la sombra

Sanar, fascinado por la sensación de otoño y calma que emana del titán dormido, se acerca demasiado y, llevado por el impulso, apoya la mano en su cuello; por unos segundos, siente una paz absoluta. Ese contacto basta para despertarlo: abre unos ojos lunares sin pupila, se incorpora y lanza un rugido que convierte esa misma energía otoñal en miedo puro, una ráfaga sonora de noche cruel que hace temblar a los cuatro. Kirol reacciona a tiempo, arranca a Sanar del círculo de piedras y los estudiantes huyen mientras el coloso se pone en pie y pisa con fuerza, liberando una ola de oscuridad casi sólida que recorre la cueva, apaga los líquenes y se derrama fuera del dolmen.

En el prado, esa ola devora la luz, deja tras de sí auroras breves y cambios permanentes: el cielo se llena de estrellas, el sol se reduce a un anillo de fuego eclipsado y la luna brilla en plenitud; la hierba se marchita, muchas flores mueren y otras se transforman en versiones luminosas y retorcidas, y las espirales del paisaje se invierten o rompen. Sobre una roca, la pequeña criatura azul que había atraído a Sanar sufre su propia metamorfosis: sus rasgos se vuelven más insectiles, los ojos se agrandan en oro líquido, las alas se desgarran como hojas de otoño y su caparazón cambia a un verde salpicado de oro, con una especie de corona-crest y capa de élitros abiertos, como si estuviera reclamando un papel de realeza feérica en este nuevo orden nocturno. Satisfecha con su nueva forma, se lanza volando tras la ola de tiniebla, mientras fuera del dolmen la oscuridad se asienta y comienzan a oírse gritos lejanos: Lorwyn acaba de entrar en una nueva fase eclipsada, y los estudiantes se han quedado atrapados en medio de ella.

Blue Hurricane
Blue Hurricane
Cronista, fotógrafo, historiador y artífice.

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