Lo que debía ser una celebración para los fans más jóvenes de Pokémon terminó convirtiéndose en un desastre logístico y ético. McDonald’s Japón tuvo que cancelar de forma anticipada su más reciente campaña de Happy Meals con cartas y juguetes exclusivos de Pokémon, luego de que revendedores provocaran aglomeraciones, escasez y un preocupante nivel de desperdicio de comida.
La Campaña Y El Atractivo Coleccionable
El evento, iniciado el 8 de agosto, ofrecía en cada Happy Meal (o Happy Set, como se conoce en Japón) uno de nueve juguetes plásticos y dos cartas promocionales del Pokémon TCG. Entre ellas destacaba una edición especial de Pikachu, junto a una carta aleatoria de otro Pokémon.

Pokémon Japón había advertido desde el principio que el material estaba pensado para niños, pidiendo a los clientes que evitaran compras para reventa o pedir más comida de la que pudieran consumir.
De La Emoción Sl Colapso
En tan solo tres días, los restaurantes reportaron “congestión y confusión” dentro y fuera de los locales, así como grandes cantidades de comida abandonada. En redes sociales circularon videos mostrando largas filas y bandejas llenas de hamburguesas y papas fritas sin tocar, producto de compradores que solo querían las cartas.
El precio promedio de un Happy Meal en Japón ronda los 510 yenes (unos 3,40 USD), pero rápidamente aparecieron anuncios en sitios como eBay vendiendo sets completos de cartas promocionales por más de 50 dólares.
La Respuesta De McDonald’s Japón
En un comunicado oficial emitido el 11 de agosto, la cadena se disculpó con clientes, empleados y comunidades locales, reconociendo que su respuesta inicial fue insuficiente y que la situación atentó contra su filosofía de “ofrecer una experiencia divertida para niños y familias”.
McDonald’s Japón anunció que impondrá medidas más estrictas en futuras promociones, como limitar pedidos móviles y entregas, e incluso denegar ventas a clientes que realicen compras masivas, hagan múltiples filas seguidas o traten de forma irrespetuosa al personal.
Este caso deja una clara lección: el coleccionismo y la fiebre por ediciones limitadas pueden salirse de control si no se aplican controles firmes. Y aunque las cartas de Pikachu seguirán circulando en el mercado secundario, el costo social y ambiental que dejaron atrás en Japón será difícil de olvidar.